El pescador


Si no te alcanza el tiempo para pegarte a mi lozanía,
como seguir una y otra vez naufragando en el mar de tu embelesado corazón,
tiernas lonjas de ternera en mi plato,
la esperanza es siempre quimera viajera,
la sangre de mi cara atorada de poesía,
mis manos niños felices de tu parque,
cansado y exhausto estoy de esperar,
solo quiero clavarte una y otra vez la cruz de mi ansiedad,
la noche y madrugada vuelve a ser prisionera de tus vagos recuerdos,
se atrofian los besos, los huesos, los deseos,
y empieza otra vez la misma ola,
la misma gaviota,
el mismo barco pesquero artesanal,
la misma red,
el mismo olor a sal,
la misma vieja guitarra suspendida en el umbral del misterio de tus silencios,
este pescador no es explorador,
mi razón son peces asados escondidos en tu mar violento,
he amado con fuego encendido,
siento cocinar trovadores en mis letras,
lo más difícil para mi arpón es lograr tu corazón inquieto en mi cocina,
ya he logrado zarpar a la India,
ya he tomado por asalto el mapa pirata,
siguen celestes las ganas,
ya he dibujado tus manos,
ya he mirado las mías,
mientras cruje la puerta vieja por el viento,
el viejo del mar se ha reído de mí,
mientras escucha un tango,
yo sigo en ti pensando,
en tu cabello cortado,
en tus vestidos de nardos,
en tu boca de beso francés,
sigo con el vaso lleno de ron,
ya he bailado imaginando tu silueta,
en mis manos, te tengo en mis sueños,
tu esencia mi fortaleza,
o cruel mentira de la vida,
el viaje temblando por el fuerte viento,
mar adentro la soledad hace añicos el alma,
estamos solo tu y yo,
todo sucede en mi cabeza,
largas charlas,
discusiones sin terminar,
luego del efecto de la madruga,
me levanto cual huésped del manicomio,
estoy solo y mi escueta pesca,
intento convertir mi faena en naufragio,
todo es inútil,
ni para desaparecer sirve este costeño-serrano,
las olas me vuelven al pueblo, a la plebe, al mundanal,
ya el puerto se ha levantado,
las viejas corren desaforadas,
por mis pesca,
vacían mis canastas,
lleno mis bolsillos como alcancías,
regreso otra vez donde el viejo,
ron y tabaco,
más una dosis de insensatez,
le pregunto al viejo,
cuando se olvida esto?,
tengo ya 85 años me responde,
y aún recuerdo a Margarita,
la novia que no espero mi viaje,
la novia que se desespero,
la novia que se hizo monja,
estremece saber que seran años de tortura condena,
olvidarte debería ser la señal certera,
mi alma deja la calma,
sube muros de piedra,
intenta escaparse,
pero regresa cual escandinavo en tierra tropical,
lo más sensato sera beberte y fumarte,
hasta que llegue el mago a guardarte en mi botella de ron,
para desaparecerte para siempre!

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