Ay, cómo te extraño, es una oración hecha de puro suspiro.
Qué nostalgia verte con toda esa seda afrodisíaca sobre tu piel.
Qué ganas de verte brillante bajo ese sol amazónico.
Qué perfección que mis manos torpes eran dueñas.
Esos tacones revoloteando todo mi ser.
Esos ojos traviesos volviéndome loco.
Los olores, el agua bendita y la madrugada.
Extraño tu infierno, tu calor.
Tu fuego, tus ganas, tu locura.
Ay, cómo extraño a ese ser único en el mundo.
Qué ganas de volverla a amar.
De seguir siendo río muriendo en tu mar.
Qué ganas de detener el tiempo entre tu ombligo y tus labios frenéticos.
Extraño tus viajes del cautiverio a la inmensidad del placer.
Qué ganas de esa mujer libre.
Qué ganas de amarte una vez más.
Todo se quedó atrás como un sueño loco.
Este lobo dejó de aullar.
Cierro con mis fuerzas mis ojos para recordarte.
Pero cada día se me hace difícil retenerte.
No quiero que te vayas de mi cabeza.
Pero cada vez das un paso en el horizonte.
Ay, cómo te extraño.
Daría todo por una noche más de éxtasis en tus sábanas.
Daría todo.
Pero cada vez que quiero atraparte, te vas un poco más lejos.
Cada día te veo más lejos.
Ay, cómo te extraño, innombrable.
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