Ahora-mismo-abismo

Donde estés… recuérdame, por favor.

Tener la certeza de que me recuerdas
es la mejor estación para llegar.

Tú eres mi oasis en el desierto,
esa flor que nace en el concreto,
mi sol en las mañanas heladas del páramo,
mi wayusita que abriga mi alma,
mi cascada de agua fría en sol criminal.

Eres, aunque tu puerta está cerrada para mí,
mi caricia necesaria en los momentos de angustia.

Te llevaste con tu adiós mi alma;
hoy este estuche de carne y huesos
es solo un esperpento de tristeza y soledad.

Recuerdo, con sonrisa cómplice, tus besos,
tus alegrías y certezas.
Y, como es normal en estos casos,
todas las canciones de la radio me saben a ti.

Hablan de nuestra historia,
de mis penas,
pero también de nuestra fantástica historia.

Digamos que, en tu ausencia, sigo escribiendo:
mil poemas, mi tercer libro.
Este es un caricaturesco homenaje
a la mujer de la selva y al hombre de la ciudad,
entre el agua dulce y las aplicaciones de celular.

Las tardes siguen siendo distintas,
como tú y yo:

Tú, atrapada en un mundo llamado futuro;
yo, viviendo cada día como el último.

Tú, esperando que las cosas mejoren;
yo, cambiando la realidad de mi presente.

Tú, soñando con el vestido blanco,
los hijos y el trabajo seguro;
yo, fugándome del compromiso y de lo común.

Tú, soñando con el reconocimiento público;
yo, esperando anclar en puertos nuevos.

Tú, sueñas con un pequeño pueblo;
yo, naufrago en nuevos mundos, otras dimensiones.

Tú, jugando a la historia de Disney;
yo, peleando como guerrero de mil batallas.

Tú, repitiéndote en el espejo "soy la víctima";
yo, con mi conciencia tranquila.

Mis besos hablaron por mí,
mis abrazos dijeron más que estos poemas,
mi mirada explicó todo.

Nunca perdiste.
Fuiste un mal cuento,
fuiste la cobarde.
Yo, el que remaba tu canoa.

Aquí estoy, herido de muerte,
pero sigo de pie.

No le tengo miedo a la muerte.
Tú sí.

Fuiste un mal conductor.

Será imposible vivir sin tu calor,
pero será necesario olvidar esta historia.

Duele tanto todo:
las mañanas, tardes, noches y madrugadas.
Pero será vital alejarme de ti.

Yo sé que te importo poco,
pero este juego llegó al final.

Tu cabello perderá color,
el aroma de tu piel se difuminará,
y estos poemas se incendiarán.

Irremediablemente me recordarán a ti.
Pero tu cobardía me recordará
por qué no debo acordarme de ti.

Y gracias a ella, naceré de nuevo.

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