Tus besos solo me dejaron el sabor a hiel, el tiempo trae con la ayuda del viento arena para capa tras capa enterrar todo lo vivido, todo lo sentido, todo lo tocado, todo lo soñado, toda la historia incinerada por columnas inmensas de papel, el universo es infinito como la persecución de tu mirada a mi alma, todo es ahora recuerdos de horas de locura, de notas de piano depresivas, de maquillaje blanco en la cara, tus dedos jamás intentaron exfoliarse con el lodo de mi selva, ansiedad por encontrar la salida, y con los brazos levantados pedía lluvia y el cielo me complacía, perderme en tus grandes labios, triturar mis intestinos por el canto de las mariposas, el viento rozando nuestras cabezas rumbo a ese Puerto donde nada me dijiste, ahora dejo que me cuide el tiempo y cicatrice mis heridas la lengua del gato negro que no quería en mi casa.....
Abundancia
Publicado por: Diego Escobar -
La selva tropical es sinónimo de abundancia.
En ella surge la vida, la muerte, y el ciclo se repite constantemente.
Cuando nuestros cuerpos bajan al sepulcro, nos convertimos en semillas para renacer —en pambil, ceibo o laurel— y el ciclo vuelve a comenzar.
En la imagen: semillas de ungurahua, maní de monte y frutipán.
Ahora-mismo-abismo
Publicado por: Diego Escobar -
Donde estés… recuérdame, por favor.
Tener la certeza de que me recuerdas
es la mejor estación para llegar.
Tú eres mi oasis en el desierto,
esa flor que nace en el concreto,
mi sol en las mañanas heladas del páramo,
mi wayusita que abriga mi alma,
mi cascada de agua fría en sol criminal.
Eres, aunque tu puerta está cerrada para mí,
mi caricia necesaria en los momentos de angustia.
Te llevaste con tu adiós mi alma;
hoy este estuche de carne y huesos
es solo un esperpento de tristeza y soledad.
Recuerdo, con sonrisa cómplice, tus besos,
tus alegrías y certezas.
Y, como es normal en estos casos,
todas las canciones de la radio me saben a ti.
Hablan de nuestra historia,
de mis penas,
pero también de nuestra fantástica historia.
Digamos que, en tu ausencia, sigo escribiendo:
mil poemas, mi tercer libro.
Este es un caricaturesco homenaje
a la mujer de la selva y al hombre de la ciudad,
entre el agua dulce y las aplicaciones de celular.
Las tardes siguen siendo distintas,
como tú y yo:
Tú, atrapada en un mundo llamado futuro;
yo, viviendo cada día como el último.
Tú, esperando que las cosas mejoren;
yo, cambiando la realidad de mi presente.
Tú, soñando con el vestido blanco,
los hijos y el trabajo seguro;
yo, fugándome del compromiso y de lo común.
Tú, soñando con el reconocimiento público;
yo, esperando anclar en puertos nuevos.
Tú, sueñas con un pequeño pueblo;
yo, naufrago en nuevos mundos, otras dimensiones.
Tú, jugando a la historia de Disney;
yo, peleando como guerrero de mil batallas.
Tú, repitiéndote en el espejo "soy la víctima";
yo, con mi conciencia tranquila.
Mis besos hablaron por mí,
mis abrazos dijeron más que estos poemas,
mi mirada explicó todo.
Nunca perdiste.
Fuiste un mal cuento,
fuiste la cobarde.
Yo, el que remaba tu canoa.
Aquí estoy, herido de muerte,
pero sigo de pie.
No le tengo miedo a la muerte.
Tú sí.
Fuiste un mal conductor.
Será imposible vivir sin tu calor,
pero será necesario olvidar esta historia.
Duele tanto todo:
las mañanas, tardes, noches y madrugadas.
Pero será vital alejarme de ti.
Yo sé que te importo poco,
pero este juego llegó al final.
Tu cabello perderá color,
el aroma de tu piel se difuminará,
y estos poemas se incendiarán.
Irremediablemente me recordarán a ti.
Pero tu cobardía me recordará
por qué no debo acordarme de ti.
Y gracias a ella, naceré de nuevo.
Día 5
Publicado por: Diego Escobar - jueves, 3 de abril de 2025
Cielo azul que cubre mi ciudad,
el sol que nace detrás de las montañas de los Sacha Llanganates al este de #Puyo,
reserva de oxigeno puro,
agua dulce y selva tropical,
el esfuerzo físico y las bebidas sagradas como cura contra todas las enfermedades del espíritu y de la materia.
Es otro día en el paraíso ecuatoriano!
Pimbalos
Publicado por: Diego Escobar -
Todos los charcos de Puyo rebosaban de renacuajos,
Los grillos, con sus patas inquietas,
desataban un concierto frenético,
una sinfonía que ensordecía la ciudad,
apagando las voces humanas,
imponiendo su lenguaje natural.
Desde el cielo caía una danza de rayos,
los truenos rugían con furia,
callando cualquier intento de palabra.
Los relámpagos alumbraban sobre las calles empedradas,
dibujando fantasmas en la noche.
La lluvia caía sin piedad,
sus gotas eran salvajes lanzas de agua,
golpeaban techos, suelos y almas.
Mientras tanto, el río crecía,
sus olas devoraban la ribera,
arrasando todo a su paso,
como una bestia desatada en la tormenta.
Era Puyo en su estado natural,
cuando la gente no amenazaba
y se podía amar.
La innombrable
Publicado por: Diego Escobar - martes, 1 de abril de 2025
Ay, cómo te extraño, es una oración hecha de puro suspiro.
Qué nostalgia verte con toda esa seda afrodisíaca sobre tu piel.
Qué ganas de verte brillante bajo ese sol amazónico.
Qué perfección que mis manos torpes eran dueñas.
Esos tacones revoloteando todo mi ser.
Esos ojos traviesos volviéndome loco.
Los olores, el agua bendita y la madrugada.
Extraño tu infierno, tu calor.
Tu fuego, tus ganas, tu locura.
Ay, cómo extraño a ese ser único en el mundo.
Qué ganas de volverla a amar.
De seguir siendo río muriendo en tu mar.
Qué ganas de detener el tiempo entre tu ombligo y tus labios frenéticos.
Extraño tus viajes del cautiverio a la inmensidad del placer.
Qué ganas de esa mujer libre.
Qué ganas de amarte una vez más.
Todo se quedó atrás como un sueño loco.
Este lobo dejó de aullar.
Cierro con mis fuerzas mis ojos para recordarte.
Pero cada día se me hace difícil retenerte.
No quiero que te vayas de mi cabeza.
Pero cada vez das un paso en el horizonte.
Ay, cómo te extraño.
Daría todo por una noche más de éxtasis en tus sábanas.
Daría todo.
Pero cada vez que quiero atraparte, te vas un poco más lejos.
Cada día te veo más lejos.
Ay, cómo te extraño, innombrable.