Al filo de la selva la noche se aproxima...
cómo duele la selva verde y negra,
su espesura me atrae,
más no me atrevo...
Sinuosas son sus formas,
Intuyo al jaguar que acecha entre las ramas...
Bajo la luna su pelaje dorado,
me recuerda a la melena rubia de una mujer blanca,
sueño recurrente de presa devorada.
Indómitas se agitan,
las hojas gigantes de las balaceras,
Recuerdan al rocanrol suave de aquel afterhours...
Pero no. Es sólo mi cabeza,
No debo hollar el límite con el campo seguro,
arrojarme a su dulzura mortal de suelo oscuro y menta.
A su peligro y su misterio algo me impele,
¿Me atrevo entonces?,
acordaos de mi si no regreso al alba.
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