Balzac enamorado




¿Es que se acaba de amar alguna vez? Hay gente que ha muerto y que yo siento que aún ama. Balzac



                                    BALZAC

                                  enamorado
 




-Alo tengo una emergencia?
-Sí, dígame cuál es su emergencia…
-Acabo de ver  pasar a un joven corriendo por la calle, estaba herido, un grupo de jóvenes corrían tras de él.
-Enviaremos una patrulla de inmediato.
(Como siempre, la patrulla policial llegó una hora después)













CAPITULO I


Esa llamada fue el comienzo de una intensa investigación sobre un caso que conmovería al pueblo de San Fernando, la desaparición de Miguel Ángel un joven ejemplar, buen estudiante, buen hijo, trabajador, buen vecino, esos chicos que son difíciles de encontrar, cada vez que hablaba era como escucharle a un maduro profesor de literatura, sus conocimientos eran sorprendentes, pero al mismo tiempo su forma sencilla de iniciar la charla lograba que uno se sienta cómodo y con ganas de seguir escuchándole.

Miguel Ángel tenía 17 años cuando desapareció, medía un metro sesenta y cinco, era delgado pero no tanto,  guardaba una anatomía bien proporcionada pero no musculosa, su pelo lacio lo arreglaba con un peinado siempre para un lado, sus lentes con marcos negros cuadrados le daba un aura espiritual que expresaba mucha paz interior.

El Jefe de la Policía Judicial de San Fernando,  Santiago Montenegro  lleva ya un año investigando la desaparición de Miguel Ángel, sin ningún avance positivo, miles de hipótesis y dudas asaltan su cabeza, ¿Sí no tenía enemigos como pudo haber desaparecido de la noche a la mañana?, todas las personas que él había interrogado solo hablaban de sus actos bondadosos, de su voluntariado en el asilo de ancianos o sus colectas para salvar perros de la calle, un chico ejemplar ¿Cómo a alguien así pudieron haberle hecho daño?, nadie lo podía entender.

Miguel Ángel trabajaba de mesero luego de clases en el restaurante de Mariscos de Doña Juana Alcívar, era el alma del lugar sus ocurrencias, sus bromas convertían  al lugar en un sitio agradable para trabajar, recuerda Doña Juana el día en que su esposo murió, ella había decidido cerrar definitivamente el lugar, pero fue Miguel Ángel quién la visitaba a diario en su casa, quién le animo a continuar trabajando, “sabía escuchar a las personas y sabía aconsejar como un viejo abuelo”
- Relata Doña Juana al Jefe de la Policía, entre lágrimas ella no logra descifrar que le sucedió a su ángel como lo llamaba, en su homenaje los compañeros de trabajo mandaron a colocar en la pared principal del restaurante una fotografía de él, que fue captada por el fallecido Don Gerardo González esposo de Doña Juana. En la imagen se ve a Miguel Ángel sonriendo mientras trabaja sin darse cuenta del flash de la cámara. El pesar se acrecentó con esa fotografía colgada en la pared de la marisquería, pero además hizo que aumente la intriga y los murmullos del pueblo sobre este caso.

Las hipótesis de que le sucedió a Miguel Ángel están centradas en su mayoría en lo que pudo haber vivido o pasado al interior de su colegio, el Colegio de San Fernando tiene la misma estructura antigua, su diseño muy parecido al de un seminario de curas, no ha cambiado mucho durante los últimos años, solamente la instalación de los tableros metálicos de básquet se adaptaron al patio central, tuvieron que remover la vieja pileta y los jardines ya maltrechos que le rodeaban para darle espacio a la recreación de los jóvenes, junto al Colegio se erige una inmensa torre de 80 metros que forma parte de la iglesia dominicana a donde todo el pueblo acude devotamente a pedir y agradecer a Santo Domingo de Guzmán y a otros santos por los “milagros recibidos”.

Pero no solamente su estructura era antigua, también el pensamiento de quienes impartían clases no había evolucionado, la mayoría de maestros seguían educando bajo el principio violento de que “la letra con sangre entra”, un colegio mezcla de cuartel militar y seminario eclesial. Los mismos contenidos, los mismos libros, las mismas historias, las mismas frases cada generación que ingresaba heredaba del viejo colegio la misma información, parecería que la ciencia se hubiera quedado en el siglo pasado.

Miguel Ángel lo recuerda su padre Don Sergio Salvador,  como un intenso lector, apasionado de las letras, pasaba días enteros leyendo, su autor favorito era Balzac su libro de cabecera “La comedia humana”. Era un chico singular, no le gustaba la actividad física, prefería leer, dibujar o escribir, de alma sensible pero no débil así lo recuerda su madre la señora Lourdes Maciel así, pero también rememora sus trastornos depresivos, se encerraba en su cuarto solo, se podía escuchar el llanto contenido sobre la almohada, sus ojos brillantes denotaban tristeza en periodos frecuentes, le frustraba el colegio quería dejarlo siempre, “nosotros siempre nos negamos repite en sollozos la madre al capitán mientras da su declaración al ministerio público”.

Las primeras personas interrogadas fueron sus compañeros de salón, ya que la última vez que vieron a Miguel Ángel fue saliendo del Colegio rumbo a su casa, un desgastante y aburrido interrogatorio que duró 4 horas en los que debió escuchar el capitán Santiago Montenegro a sus 38 compañeros de aula, cada uno con una versión más o menos igual, nadie sabía que paso con él, nadie vio nada sospechoso ese día, tampoco nadie lo vio acompañado de alguien extraño a la salida, todo fue normal como otro día más.

Él salió del aula y tomó el camino de todos los días, la vieja calle de piedra que baja como un inmenso tobogán hasta la estación de buses de la ciudad, los que recuerdan haberle visto dicen que lo vieron caminando solo a su casa como siempre lo hacía,  con el saco gris del colegio amarrado a la cintura, con su bolso negro cruzado por el pecho y sus ojos clavados en su libro, tenía esa habilidad de leer si tropezarse, como si intuyeran sus pies donde hay que alzarlos, como si sus pies tuvieran ojos; nadie asegura haberle visto subir al bus o bajarse de el en la parada de su casa, es como si la tierra lo hubiera tragado entre la puerta del colegio y la estación de bus.

“Jamás en la vida encontraréis ternura mejor y más desinteresada que la de vuestra madre” Honoré Balzac

Su madre insistía en que el único problema que tenía su hijo era con la lectura, con los libros, con ellos competía por su tiempo, “nunca me contó sobre algún problema en el colegio” le confiesa al capitán Santiago Montenegro, “era buen estudiante nunca me llamaron por algún mal comportamiento  o por su bajo rendimiento académico”,  todo lo contrario  Doña Juana,  donde él trabajaba me felicitaba por tener un hijo tan responsable, maduro, ella era como su segunda madre, solo ella entiende mi dolor y todo lo que ahora estoy sufriendo “mi chiquito era un Ángel enviado de Dios”

CAPITULO II

La única manera de poder cambiar a los maestros del Colegio de curas era que uno de ellos se jubile o se muera y eso fue lo que exactamente sucedió en San Fernando el maestro de Literatura Don Epitafio Tinajero fue diagnosticado con cáncer al colon, que coincido como suele suceder en estos casos con su jubilación, son los juegos del azar, el destino del maestro, fueron 30 años entregados a la educación de la juventud Fernandina, para finalmente salir en camilla y morir meses después.

Una ciudad como San Fernando lo que menos tiene es maestros de literatura esperando por una oportunidad, un pueblo donde su gente se dedica  al comercio y a la ganadería no necesariamente tiene a hombres o mujeres interesados en la lengua.  El remplazo demoraría 6 meses hasta que la burocracia de la capital se interese en conseguir nuevo maestro para este humilde pueblo.

El día en que llego Gabriel Montesdeoca a San Fernando se encontró con una pertinaz lluvia que terminaría por empapar su traje marrón y todo su equipaje, esa tarde tenía previsto dormir en uno de los tres hoteles que había en el pueblo, llego a la recepción y pidió una habitación,  subió hasta el tercer piso del hotel, una vieja casa de madera ubicada junto al parque central del pueblo, ingresó a su habitación, el segundo acto después de sacarse la ropa fue abrir desesperadamente su maleta,  al abrir el alivio tranquilizó toda su angustia, sus libros no se habían mojado, la mitad de su equipaje eran libros de Walter Scott, Hoffman, Balzac, Baudelaire, Kafka y más, el joven maestro de literatura sería el remplazo del viejo maestro del colegio de San Fernando.

Esa noche salió a reconocer la ciudad, no conocía a nadie solamente al rector del colegio el sacerdote Luis Aragón con quién habló vía telefónica sobre su horario e instrucciones; no le pareció una ciudad fea como le habían anunciado en la capital; es que San Fernando era una pequeña ciudad rodeada de verdes bosques, ríos caudalosos, tenía en el aire de la noche un aroma a guayabas mezclado con el vapor que emanaba de las piedras de la calle, el clima era ideal pensaba dentro de sí, se que me adaptare pronto, se repetía, mezcla de añoranza por su casa en la capital, la familia y sus amigos se sintió retado a vivir en un lugar donde no conocía  nadie y triunfar.   

La imagen de Miguel Ángel se podía encontrar en todas las esquinas de San Fernando, con la frase “ayúdenos a encontrarlo” y los números de la familia y la policía en la parte de abajo, su repentina desaparición era un duro golpe para su familia, amigos y para el pueblo, pero no descubrir que sucedió con él, donde está, si estaba muerto o vivo, le tenía a la policía del pueblo en un mal lugar.

Para la mayoría de la gente la policía era ineficiente, llegaron incluso a sospechar de que algo tenían que ver por su falta de resultados en la investigación, para muchos Miguel Ángel estaba muerto, pero ¿Quién le había matado? a estas alturas había ya muchas desconfianzas, cabían muchos sospechosos en la boca de la gente, pero pocas pruebas certeras de ello, uno de los más importantes sospechosos sin duda alguna era el recién llegado maestro de literatura Gabriel Montesdeoca, las razones sobraban, Miguel Ángel y el llegaron a ser por decirlo más que amigos, su relación de “amistad” subía de nivel, para la gente del pueblo fue amor a primera vista, dos seres que estaban predestinados para encontrarse en el universo paralelo del amor y la literatura.

Lo que hace insoluble a las amistades y dobla su encanto es un sentimiento que le falta al amor, la certeza” Balzac

La primera clase del profesor Gabriel Montesdeoca fue accidentado, los estudiantes acostumbrados al dictador con panza de chofer, calvo y con voz de criminal se encontraron ahora con un joven carismático, alto con una barba bien cuidada,  uno ojos celestes profundos y un peinado eso sí descuidado, era lo único, fueron sorprendidos por su elegancia e informalidad, pero al instante tomaron el control de la clase.
Gabriel no sabía cómo controlar a la horda de estudiantes cavernícolas que no paraban de hablar, saltar, gritar, vociferar, charlar entre ellos, una experiencia que podría terminar en desastre, no logró dar su clase ni mucho menos presentarse, todo esto mientras Miguel Ángel ni se  inmutaba de lo que sucedía, sentado imbuido en la lectura, la obra que leía era  mucho más emocionante que el caos que le rodeaba.

CAPITULO III

La historia estaba recreada en el París de 1830,  la vida del escultor Sarrasine y su devoción por Zambinella una cantante de ópera que rechazaba constantemente sus filtreos. El grito ensordecedor de Gabriel lo sacó enseguida de la novela; ¡Aquí he venido para ayudarles! ¡No quiero que me conviertan, ni van a lograrlo en el tradicional maestro que golpea a sus alumnos!

La clase terminó finalmente, el alivio fue más para el novato maestro que para los alumnos, “le va ir mal si no se adapta al sistema que aquí funciona” le dice Miguel Ángel al nuevo maestro antes de abandonar la clase;  Gabriel logra leer mientras sale de prisa  el título de la obra que lleva en las manos Miguel Ángel: “Sarracine de Honoré de Balzac”, se queda admirado no logra reaccionar, en su mente todavía está una clase frustrada y las imágenes del caos, después de unos minutos logra reaccionar de lo que acaba de ver, no puede creer que alguno de estos cavernícolas puedan leer a un novelista tan reconocido como Balzac. 

¿Es que se acaba de amar alguna vez?, hay gente que ha muerto y que yo siento que aún ama. Balzac

¿Es verdad que hay un nuevo maestro de literatura en el colegio hijo? Le pregunta la señora Lourdes Maciel a Miguel Ángel en la mesa mientras almuerzan, si es verdad, hoy ha llegado, le fue tan mal que ha perdido los estribos, no logró mantener el control de su primera clase, mis compañeros le ganaron la primera batalla, que tal vez puede ser que sea la definitiva, dudo que pueda aguantar una semana más en el colegio, no tiene carácter para ordenar este caos”.

Esa noche Gabriel se duerme pensando en lo que vio en la mañana, un joven de apenas 16 años en la mano con una obra de Balzac, y nada menos que la polémica obra Sarrasine, al amanecer le invade el temor de nuevamente fracasar en clase, esta vez va con una estrategia,  contarles en breves minutos la obra de Kafka “ Metamorfosis” e invitarles a imaginarse en lo que querían convertirse si pudieran hacerlo, o  en que animal les gustaría que se convierta su compañero de al lado.

Increíblemente funciona, toma el control de la clase, logra así  introducir su primera clase de literatura por medio del humor. Fue un gran acierto utilizar ese tipo de alegorías le dice Miguel Ángel antes de salir de clase, rápidamente el maestro le responde:- ¿Sabías qué Zambinella no era mujer, era un hombre castrado?-, Miguel Ángel antes de abandonar la puerta del aula regresa la mirada al maestro y en tono irónico le responde:- ¡Claro que lo sé! y se marcha…

La rutina de Miguel Ángel era más o menos la misma de lunes a viernes, salir del colegio, llegar a casa, comer con sus padres, cambiarse de ropa y salir a trabajar en el Restaurante de Doña Juana Alcívar hasta la noche; al llegar ahí lo primero que hacía era la limpieza del lugar, se ponía su bata blanca, saludaba a todos egn la cocina compartiendo algún nuevo chiste y dejando un halo de humor salía atender a los comensales que empezaban a llegar.

Doña Juana en la caja esperando solo cobrar y Don Gerardo leyendo su periódico en la esquina esperando hacer algún mandado que necesiten en la cocina. Son ya 2 años que Miguel Ángel lleva trabajando en este lugar, llegó por recomendación de Doña Juana a su madre, quién preocupada por su hijo quería hacer algo para que salga de su cuarto, haga amigos, se consiga de ser necesario una novia, pero que deje por un instante los libros y sea normal.

Doña Juana no dudo en recomendarle y decirle a la señora Lourdes Maciel que solo el trabajo hace a los hijos se hagan  responsables y buenos ciudadanos,-mándele a trabajar conmigo va a ver que le va ir bien-aquí no le falta nada dice la madre-si no es por plata doña Lourdes es porque hay que enseñarles ahora a los hijos que nada nos cae del cielo, hágame caso yo le voy a cuidar como si fuera mi hijo-doña Maciel le responde: -déjeme conversar con el padre y si nos ponemos de acuerdo mañana mismo le envió a mi Miguel Ángel se despide la mama. Al siguiente día Miguel Ángel estaba ya trabajando en la marisquería, aunque el padre no estaba de cien por ciento de acuerdo, su hijo estaba en cambio contento de la propuesta, le parecía excelente trabajar para poder tener su propio dinero y así poder comprar sus libros que no puede hacerlo por falta de presupuesto, lo que sea por más libros. 

CAPITULO IV

Ese primer día conoció a todo el personal del restaurante el encargado de enseñarle sus responsabilidades fue Don Gerardo, con quién rápidamente entablo una buena amistad. Los días transcurrían con normalidad se adaptaría bien, conocería mucha gente del pueblo quienes acudían con su familia y amigos a disfrutar de la deliciosa comida del lugar, pronto se gana la confianza de todos en especial de Doña Juana quién confía en Miguel Ángel hasta el punto de ayudarle en el manejo de las finanzas del restaurante y su administración, cada domingo el junto a Don  Gerardo salían al mercado del pueblo próximo a comprar todos los productos que necesitarían durante la semana en el restaurante.

Mucho tiempo junto a Miguel Ángel cambiaría algunos aspectos en la vida de Don Gerardo, a él le encantaba escucharlo, sus relatos, historias, el mundo de los personajes, un joven hablando como un viejo maestro de literatura pero con la diferencia de que sus apasionados relatos mantenían la atención del receptor: “Sabía usted Don Gerardo que en la mitología griega Adonis un joven de mi edad hizo que los dioses del olimpo se declaren la guerra, todo por su belleza, dicen que era tan hermoso que lo guardaron en un cofre para que nadie lo vea, el gran Dios Zeus arreglo el problema compartiéndole a Adonis 4 meses con una, 4 meses con otra y los otro 4 meses con quién él quiera, ¿No le parece afortunado poder dividir su tiempo entre dos personas?”.

Relatos como este le fascinaba escuchar a Don Gerardo, los viajes del domingo se dividían entre los relatos de Miguel Ángel sobre la mitología griega, los relatos de las fiestas desenfrenadas que vivían en esos tiempos y las compras en el mercado, Don Gerardo no podía dejar de escucharle, mientras caminaba, mientras cargaban las compras, mientras regresaban a San Fernando, mientras manejaba, muchas veces los relatos de Miguel Ángel quedaban sin concluir, eso hacía que Don Gerardo mantenga la atención superlativa en él y haya despertado su curiosidad por los libros.

Doña Juana en casa quedó sorprendida la vez que le encontró a Don Gerardo con varios libros en la mesa leyendo: Diccionario de mitología griega y romana de Pierra Grimal,   Diccionario de mitología griega y romana de Christine Harrauer y Herbert Hunger y El Gran Libro de la Mitología Griega de Robin Hard,- ¿Te pasa algo viejo, estás bien?-le preguntó-¿Por qué dices eso vieja?-nunca te ha interesado los libros, ¿Desde cuándo te gusta leer Gerardo?, si tú lo único que lees es el periódico, - es que Miguel Angel me recomendó algunos libros sobre mitología griega cual es el problema? Le espeto él, ninguno solo que nunca te he visto interesado en algo le responde Doña Juana, y ¿De qué se tratan los libros? Pregunta, es sobre los dioses del imperio Griego responde Don Gerardo, ¿No vas acostarte a dormir?, ya voy vieja deja que termine de leer   y voy enseguida, ella admirada por ese gusto repentino de su esposo por la lectura se va a dormir Doña Juana.

CAPITULO V

Al día siguiente ocurre algo inesperado, una llamada temprano en la mañana advierte a Doña Juana que su joven empleado Miguel Ángel no ira a trabajar pues está en el hospital, en la madrugada se intentó matar, se cortó las venas y tuvieron que llevarle de emergencia al hospital, la llamada desesperada es de su madre la señora Maciel, Doña Juana junto a Don Gerardo acuden de inmediato hasta la sala de emergencia a preguntar cómo se encuentra Miguel Ángel.

Ahí sus padres destrozados a la espera de que alguien les diga algo, finalmente sale el doctor a decir que esta todo controlado-gracias a Dios llegaron a tiempo si pasaba más de 10 minutos hubiera sido imposible salvarlo-en la noche ya puede irse a dormir en su casa les dice el doctor y se marcha- ingresan a la habitación del hospital, ahí yace Miguel Ángel, con tono pálido, un suero a cada lado de los brazos y una venda que cubre su acto suicida, antes de ingresar ya habían sido advertidos por la psicóloga que en las primeras horas de contacto con el suicida no preguntan razones ni hagan recriminaciones, él necesita apoyo moral y eso es lo que deben entregarle.

Don Gerardo es el primero que se anima hablarle, le cuenta que pudo encontrar casi todos los libros que él le recomendó sobre mitología griega y que ha empezado a leer y como obsequio le entrega un ejemplar de Los Mitos Griegos de Robert Graves, el libro que se la había perdido a Miguel Ángel y que tanto le gustaba-con la voz casi apagada Migue Ángel le responde: “gracias Don Gerardo es usted muy amable, me alegro mucho que este leyendo, sé que una vez que empieza no va a parar hasta armar todo el rompecabezas”-la señora Maciel no disimula su angustia frente a él, las lágrimas le traicionan, vas a estar bien hijo le dice su padre Don Sergio Salvador.

Esa noche es dado de alta con la recomendación de la psicóloga de que debe acudir a las terapias familiares cada semana, para prevenir un futuro lamentable suceso. Su fatal decisión había sido provocada por un constante acoso sexual del cual era víctima Miguel Ángel en el colegio por parte del rector del colegio el sacerdote Luis Aragón, cuando tenía 11 años fue violado por el sin que nadie se haya enterado, el cura insistía en acostarse con el de no hacerlo le amenazaba con contarle a sus padres sobre su inclinación sexual, cosa que aterraba a Miguel Ángel no quería que sufra su madre.


“El amor no es solo un sentimiento. Es también un arte” Balzac

Miguel Ángel sabía que el ambiente que lo esperaba era hostil, lleno de gente morbosa preguntando las razones de su fatal decisión, -lamentó no haber muerto así no tendría que dar explicaciones a nadie- se recrimina por dentro, -todo se hubiera acabado- ahora que sobrevivió a su fallido intento de matarse puede sentir el dolor profundo de su madre, quién no ha parado de llorar desde ese día, doña Lourdes Maciel no siguió las recomendaciones de la psicóloga del hospital en un par de días no se contuvo y de manera desesperada angustiante e histriónica le pregunta ¿Dime hijo que problemas tienes? ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué me haces sufrir así? ¿No ves que estoy muriendo de angustia sin saber cómo ayudarte?, ¿Dime alguien te ha hecho daño?, ¿Alguna novia te rompió el corazón? ¡Dime algo por dios Miguel Angel!-todo estará bien mama no te preocupes no volveré hacer ninguna locura, quédate tranquila.

El rumor como no podía ser de otra manera se rego por todo el pueblo y en especial en el colegio, el nuevo maestro de literatura estaba intrigado con ese personaje ambivalente, ¿Como un joven inteligente de 16 años amante de obras exquisitas puede intentar matarse? Se preguntó a sí mismo, lo vio ingresar al salón de clase con esa energía de un poeta maldito, se sentó en el lugar de siempre hacer lo mismo de siempre leer y conectarse al mundo paralelo de sus libros, eso era lo que le hacía más feliz.

CAPITULO VII

Al final de la clase el maestro le pide quedarse un minuto a Miguel Ángel, -si me va  a dar el sermón cristiano típico en estos casos está perdiendo el tiempo conmigo le encara sin dejarle hablar al maestro Miguel Ángel-, -no conmigo te equivocas, te confieso solo a ti porque de lo contrario me botan del trabajo, yo soy ateo, así que sermones en ese sentido no existen tranquilo, solo quería saber si podemos un día tomarnos un café y charlar sobre literatura contigo, tengo algunas ideas de como incentivar la lectura y la escritura en este colegio y creo que tu podrías ayudarme, claro si puedes y quieres-,trabajo en las tardes, solo el sábado tengo libre le parece?-si está bien- quedamos el sábado entonces, en la pequeña cafetería del parque a las 10 está bien- si perfecto, hasta mañana maestro adiós Miguel Ángel-

Esa mañana se encontraron juntos en la cafetería como estaba previsto, la charla que duró más de dos horas no giro en torno a la literatura hablaron de todo menos de libros, esa mañana la conversación iba desde el absurdo peinado de la maestra de física hasta la deliciosa comida chatarra del pueblo, rieron tanto que sus mandíbulas terminaron adoloridas.

Jamás pensé que un maestro de colegio podría llegar a ser tan ocurrido le dice Miguel Ángel, me ha caído bien Gabriel, no me digas Gabriel que no soy viejo recién tengo 35 años, esta bien, pero en el colegio debo mantener la distancia, usted entiende, no te preocupes Miguel Ángel se lo anticuado que es la gente por ahí, pero dime podremos vernos otro día?, si usted quiere claro que sí, debemos planificar sus clases, para eso me cito aquí verdad?, tienes razón Miguel Ángel pero la charla estuvo tan bueno que me he perdido del motivo y de la hora de este encuentro, me tengo que ir dice Miguel Ángel, te llevo en mi coche, te dejo en tu casa no se preocupe, déjame llevarte Miguel prometo no secuestrarte, con una sonrisa cómplice dice está bien pero debo llevarte antes a un lugar único en San Fernando.

El mirador de la ciudad es coronado por una inmensa estatua de Fernando III de castilla el rey español que se convirtió en santo por matar infieles, desde este lugar puedes ver el río Machea que bañada ciudad por un extremo y todas las casitas coloniales que quedan aún en pie, que lindo lugar Miguel Ángel, quiero que sepas que desde que te conocí no he dejado de pensar en ti, eres alguien especial a tus 16 años eres una persona madura, muy inteligente, se que te vas a molestar pero debo preguntar cómo alguien tan genial como tú intenta quitarse la vida?, no creo que alguna chica te haya rechazado, mírate tienes tu encanto, estoy seguro que cualquier chica en el colegio moriría por ti aunque esa palabra no sea la adecuada en esta conversación, si ríen juntos de la broma.

Mira Gabriel yo te voy a decir la verdad se que te puedes molestar incluso rechazarme después de lo que te voy a decir, a mí me gustan los hombres soy gay, pero serlo públicamente me traería montón de problemas, empezando por mi madre quién no podría aceptarlo su fanatismo religioso lo impediría, mira el colegio donde estudio es de curas me crucificarían, así que prefiero mantener mi distancia con esta sociedad hipócrita, y tú tienes problemas con los gays?, Gabriel sorprendido dice en ninguno en absoluto tengo amigos gays.

Yo no te voy a juzgar nunca Miguel Ángel por eso, quédate tranquilo puedes confiar en mí, él sintió por primera vez que podía confiar en alguien de hecho muchos chicos me gustan pero ser maricón en esta ciudad, en este país es casi un delito, un día seré quién soy en verdad pero será en otra ciudad, en un país más tolerante mientras tanto estudio, leo trabajo y me preparo para salir de aquí, quiero estudiar literatura universal en parís es mi meta y sé que lo voy a conseguir de hecho estoy trabajando ya dos años y llevo un dinero ya ahorrado, -que buen plan tienes Miguel Ángel, te felicitó debes seguir tus sueños si no de que se trata la vida si no de vivir como una piensa y siente, - y ti Gabriel no me has contado nada de ti, -bueno no tengo mucho que decir me gradué hace un 8 años de maestro de literatura he estado en todo tipo de colegios enseñando desde esos donde los hijos de los ricos llegan en su carro a clases como esos colegios donde no hay agua ni techo donde cubrirse del sol y la lluvia, tengo una novia con quién planeamos casarnos pronto, una vida normal como todo citadino, he vivido en la rutina, en el tráfico, en la locura del estrés, llegar aquí ha sido como unas vacaciones, este lugar es increíble me gusta su clima, su comida, la paz y la tranquilidad que se respira no hay gente desesperada por tomar el metro, corriendo, las bocinas de los carros no se escuchan, me gusta este lugar. Debo irme mira la hora que es me dejas en la casa Gabriel claro vamos disculpa por haberte retrasado a tu casa-esta bien

CAPITULO VII
El policía que recibió la llamada de auxilio envía al veterano policía Marco Cabrera en patrulla para saber que sucede en la calle santa lucía que esta al final de la ciudad, la señora Parra quién llamó a la policía lo espera afuera de  la puerta de su casa; ¿Qué vio señora?, vi a un joven correr ensangrentado por esta calle-responde, lo vi porque encendí la luz de afuera al escuchar gente que corría, usted sabe que por aquí no hay iluminación en la calle, y como vivo sola, estoy siempre pendiente de lo que suceda, yo vi a un joven con sangre en su cara y a un grupo de personas corriendo tras él, luego desaparecieron por la vía -¿eso hace cuánto señora?-hace una hora responde-voy a revisar hasta la salida de la ciudad a ver si hay algo extraño se despide el policía, gracias por llamar-vaya a ver puede que necesite su ayuda el joven le dice en tono angustiada, el policía sigue el halo de sangre que dejo en la calle el joven y está aún fresca, durante unos 15 minutos en su vehículo la sangre todavía se encuentra y  sigue la dirección del camino que conduce al final de la ciudad y que conecta con la carretera panamericana.

Antes de llegar al final de la huella de sangre da un giro a la derecha abruptamente, detiene la patrulla e ingresa al bosque de inmediato, mira el reloj son ya las dos de la mañana, regresa al auto para apagar el motor del vehículo y saca una linterna en la guantera del auto y la enciende para ingresar al bosque, teme que podría necesitar apoyo, vuelve otra vez inseguro al auto esta vez para usar la radio y comunicar a la central que requiere de la asistencia de sus compañeros para emprender en la busqueda, les comunica que ingresara al bosque y que  lo asistan lo más pronto posible, temo que pueda tratarse de un asesinato termina la comunicación.

La linterna le ayuda a orientarse y le señala el camino por donde el supuesto herido paso, la mancha de sangre ingresa por el denso y oscuro bosque, pero además ahora se puede ver sus pisadas, se puede ver sangre incluso en las ramas, pero al seguir adentrándose nota que la sangre y las pisadas se van difuminando a cada paso, como si se fueran desvaneciendo cual fantasma, hasta que terminan por desaparecer por completo.

Escucha a lo lejos el murmullo de sus compañeros les grita para darles una señal de ubicación y continúan la intensa búsqueda, el veterano policía pide dividirse al grupo para encontrar a los sospechosos y al supuesto herido, de inmediato todos salen en diferentes direcciones, el veterano logra encontrar una pista un pedazo de ropa en una rama y sigue la huella después de 20 minutos extenuantes de caminata llega a un claro del bosque en el horizonte logra divisar un grupo de hombres una mujer y alguien en el piso, se acerca cada vez más y logra descifrar lo que ven sus ojos, son 4 jóvenes, una señora de contextura gruesa

Son los jóvenes que la vieja de la calle Santa Lucia denunció haber visto pero además hay un quinto elemento es nada más y nada menos que Doña Juana Alcívar, tiene una pistola en la  apuntando al ensangrentado y Migue Ángel Salvador, su cara completamente ensangrentada se desfigura del disparo frívolo en la cien que le propina Doña Juana al joven de 16 años, no sin antes rezar por la suerte de esa alma impura, el veterano de policía les advierte que están cerca sus compañeros que deben marcharse y deshacerse del cuerpo como estaba “planeado”, mientras el corre de regreso al bosque, el veterano policía logra rencontrase con sus compañeros, ¿Escuchaste ese disparo? le preguntan el veterano de policía dice si, por eso salí a buscar de dónde provenía, la búsqueda duro una hora más hasta que la niebla se apodero del bosque y sin visibilidad no les quedó otro camino que retornar al puesto de auxilio en San Fernando.

Esa fue la confesión del veterano de policía en el juicio de sentencia en contra cuatro de los compañeros de clase de Miguel Ángel y la dueña del restaurante donde él trabajaba, los autores materiales eran los jóvenes y Doña Juana Alcívar, pero además se pudo a través de una investigación de inteligencia a cargo del capitán se pudo determinar a los autores intelectuales del asesinato, religiosos vinculados a una iglesia homofóbica de un pequeño pueblo.

 Esta declaración terminaría por derrumbar toda la defensa de los acusados, finalmente el juez sentenció como culpables a los autores intelectuales y materiales de este abominable crimen, la pena máxima 40 años de prisión.

San Fernando nunca volvió a ser el mismo pueblo apacible y pintoresco del país, con su muerte un pedazo del pueblo se fue con él para siempre.







Carta desde el sanatorio



La vida transcurría de manera monótona, entre la rutina del trabajo y el esfuerzo por resistir cada jornada. Comenzaba con el trabajo concentrado en las teorías de la jurisprudencia, organizando la defensa de los clientes, manejando papeles y planteando hipótesis. Luego, la defensa en el estrado requería vehemencia, seguida por más papeleo. Al final del día, apagaba las luces de la oficina, me dirigía a casa, enfrentándome a una hora de tráfico. La noche se resumía en calentar la cena en el microondas, cepillarme los dientes, ver la televisión por unos minutos antes de caer agotado en el sofá, y finalmente dormir. Al despertar, el ciclo se repetía: levantarme, arrastrar los pies hasta el baño, tomar un café, ducharme, planchar la camisa, tomar los papeles del trabajo pendiente, despedirme de los fantasmas de la casa, y salir apurado de nuevo hacia la oficina. . . Así transcurrirían los años, una rutina inmutable que, con el tiempo, comenzaba a afectar mi salud.


Sin embargo, esa rutina se transformó en algo llevadero y agradable desde el día en que llegaste a mi vida. Ya habías estado ahí antes, pero no lo noté hasta aquel accidente que hizo que nuestros papeles volaran por el aire. Nunca nos habríamos conocido sin ese incidente. Recuerdo que, inclinados en el suelo, fui el primero en disculparme y preguntarte: “¿Cómo te llamas?” Tú, con esa voz dulce y casi susurrante, respondiste: “Me llamo Valentina, ¿y tú?” Yo, mirándote fijamente a esos ojos negros brillantes, respondí: “Carlos”. Te levantaste, te marchaste y preguntaste si trabajabas en la oficina de contabilidad. Te dije que sí, y desde lejos, te escuché decir: “Sí, aquí trabajo. Que tengas una linda mañana.” Me saludaste con un abrazo y un beso en la mejilla antes de desaparecer. Solo pude levantar mi mano para despedirme. Esa fue nuestra primera vez, ¿la recuerdas?


Luego vinieron días de inmensa alegría, pero también el inicio del fin de mi cordura. Antes de ti, había tenido relaciones que me dieron alegría y paz, pero se volvieron rutinarias con el tiempo, y perdí el interés. Mi desencanto se repetía, y solía buscar excusas para terminar esas relaciones.


Nuestra primera salida fue una de las mejores, llena de sinceridad y apertura. Hablamos durante horas, y tú, emocionada, mencionaste que era la primera vez que alguien te invitaba a un lugar tan encantador. Yo ya estaba interesado en ti, y mientras te observaba comer, analicé cada detalle: tu hermoso rostro, tu estatura baja, tu delgadez, tu piel blanca con pecas, tu cabello castaño abultado, tus grandes ojos, tus manos algo largas, y tu sonrisa encantadora. Sentía que había rescatado a un pajarito herido y lo alimentaba con mi mano. Desde ese momento, me sentí responsable de ti, como una mezcla de paternidad y amor romántico.


Continuamos saliendo, y yo intentaba impresionarte y enamorarte. Sin embargo, mi intensidad fue creciendo y me desbordó. Te asustó, y empezaste a evitar mis invitaciones y mensajes. Cuando finalmente nos encontramos, me dijiste: “Ya no voy a salir contigo, lo siento”.


Esa noche caí en una profunda depresión. Durante meses, me hundí en alcohol y drogas para olvidar, pero solo conseguía recordarte más. Vivía en una espiral de autodestrucción, sin poder dejar de pensar en ti.


Un día, me desperté y me di cuenta del caos en mi vida: mi casa era un desastre, mi rostro estaba más arrugado, mi trabajo en peligro. Había perdido todo: el trabajo, la salud y la esperanza de que algún día entenderías cuánto te amaba. Pero una fuerza interna, llamada amor propio, me ayudó a levantarme y recuperar mi vida. Mi mejor amigo me recordó que merecía ser valorado y amado, y me motivó a seguir adelante.


Dejé de pensar en ti y me centraré en conquistar nuevas metas. Revisé proyectos inmobiliarios pendientes, hice llamadas, reuniones concertadas y busqué financiamiento. El trabajo empezó a ir bien, los clientes llegaban, y la fe en mí mismo comenzó a dar frutos. Tenía un trabajo estable, amigos, una casa bonita, un coche, y mujeres interesadas, pero todo se derrumbó cuando entraste de nuevo en mi vida.


Un día, llegaste sin previo aviso a mi oficina con tu encantadora sonrisa. Me preguntaste cómo estaba y mi corazón, todavía afectado, solo pudo responder: “Estoy bien, gracias. ¿Y tú?” Tú respondiste que seguías trabajando en contabilidad y que, aunque no ganabas mucho, tenías trabajo. Me diste un abrazo y un beso en la mejilla antes de irte. Me quedé congelado, deseando sentir el perfume de tu cuello. Me había vuelto a intoxicar.


Ese mismo día, corrí por las escaleras hasta tu oficina. Con el corazón agitado, te entregué un chocolate, el tuyo favorito, y te invitamos a cenar. Aceptaste, y yo, emocionado, esperaba que esta vez todo fuera diferente. Me propuse no apresurarme y disfrutar el camino, decidido a ser paciente ya demostrarte mi amor.


Salimos muchas veces y pasamos juntos seis meses como amigos. Te enfrentabas a problemas personales y financieros, y yo te ayudé sin que me lo pidieras. Disfrutamos de días felices, aunque no había besos ni abrazos. Estaba dispuesto a esperar.


Con la esperanza de un avance en nuestra relación, planeé una cena especial para mi santo. Sin embargo, el día anterior, tu celular estaba apagado. Cuando finalmente contestaste, tu tono era de fastidio. Te vi llegar tarde, vestida inapropiadamente para una cena especial. Durante la cena, hablamos de tu triste vida, y antes de poder plantear un avance en nuestra relación, me interrumpiste. Me dijiste que no te gustaba cómo te miraba y que preferías que no te mirara de manera intensa. Me sentí devastado, y al final de la cena, te confesé mi amor, pero tú respondiste: “Todo menos eso”.


Me levanté, pagué la cuenta y salí del restaurante, sintiéndome una cucaracha. Las lágrimas no dejaban de rodar, y la tristeza y la desesperación me llevaron de nuevo a la autodestrucción. Sentía que había perdido todo: mi dinero, mi trabajo, mi tiempo, mi corazón y mi amor propio. Tu indiferencia me había golpeado con fuerza, dejándome sin confianza en la humanidad ni en la vida.


Al final de este largo trajinar tras de ti me quedó con un gran trauma, dolores de huesos, golpes en el pecho y cicatrices en la espalda y cara. Ahora encerrado aquí paso las horas imaginando tus besos inexistentes, tus abrazos fantasmas y tus palabras de sosiego, todos encuentros inventados en mi cabeza.


Me levanto a la madrugada mirando el techo no logro reconocerlo, mi boca llena de pastillas con sabor amargo, recetadas por algún psicólogo o psiquiatra, hacen que intente desaparecer o difuminarme.


No logro entender por qué estoy otra vez en este cuarto encerrado, húmedo y frío, con vendas en las dos muñecas, enseguida cobro la razón de lo que sucedió, vuelvo cuál masoquista a repasar otra vez tu hermoso rostro por mi mente y me repito nuevamente. . la oración: "Dios porque hiciste que le espere tanto, porque di todo sin recibir nada a cambio, no entiendo, porque no me puede amar, ahora que no tengo nada y que soy nadie entiendo menos por qué, la única certeza es que aún te espero, aún te escriba pero esta vez desde el sanatorio".


Sueño



Hay que creer en que mañana el sol golpeara tu puerta,
la lluvia y los rayos del cielo pregonan un mejor día,
los tiempos exactos llegan sin previo aviso,
lo mejor reside en tu cabeza,
tus ojos son la ventana del mundo,
hoy se que no son míos,
pero hay que creer en que mañana se inundaran de mí.

Sueño...tu figura parada en mi cama,
con las líneas negras delineando tus ojos de cleopatra,
con tu fina cintura deslizándose suavemente entre mis dedos,
sueño que estoy parado en la esquina de tu casa con corbatín y rosas rojas,
esperando el choque de trenes,
la ola salada de tus besos,
las quemaduras de tu fuego,
la paz de tu amor veraniego,
sueño....

Esta sensación puede irse con el alba,
o puede quedar registrada en la memoria,
o puede que en un milagro inesperado,
nos encontremos viviendo aventuras en la playa,
para luego ir a dormir toda la tarde en nuestra casa,
abrazados escuchando la canción del escondite,
lejos del absurdo mundo,
no les permitimos que nos alcancen,
corremos en sueños, despiertos, dormidos, corremos
corremos de la mano,
huimos,
los tambores suenan,
los murmullos nos acechan,
corremos...corremos...
juntos de la mano,
sueño...

Diego Escobar

Princesa despeinada

La lid desdeña la verdad, al imaginario en cambio le hace daño, pero gracias al engaño el cuerpo ya todo lo ha tenido, todo lo ha vivido, y ya todo lo ha sentido....

El tiempito dentro de este caminito sin sentido es sin embargo un largo y doloroso trajin del desequilibrio, con destino al planeta soledad.

Le han sobrado horas al día para pensar en como jalarte para mi puerto y amarrarte a mis manos... linda princesa despeinada y loca, tus manos frías requiero para sostener mi fe...., eres la chica sencilla protagonista de la historia nunca acabada de mi libro "Por donde el sol sangra".

Estoy tan lejos quizá por voluntad propia o  por falta de valentía, tenerte todos los días en mi cama desnuda sería  motivo de fiesta permanente para mi alma y mis dedos, por que contigo tengo fe que finalmente se acabaría mi letanía.

Los disparos dejarían de ser permanentes en el callejón de mi casa sin salida, tu rostro de ángel endemoniada seria bago recuerdo y al final del día tu sostendrías mi mano y al mismo tiempo todo mi ser.

Manual del mendigo



Ya no importa la textura del pan,
el caos es dulce manjar,
los lunes son cerros de suciedad,
en todas las direcciones basura, pelos y muerte,
sortear las leguleyadas del amor,
caminar descalzo por el cemento frío,
acelerar al corazón peligrosamente,
deambular intoxicado a la madrugada,
soñar con su cara de niña despeinada,
mientras no logro el sueño es la madrugada,
una estrella vestida de fantasma,
silueta que alumbra este fuego,
comiendo del fango como estafa del futuro,
gritos ensordecedores del cielo,
el infierno electrónico clavado en mis manos,
las piernas a la mitad gangrenadas,
el oxigeno escaso,
cada milímetro de alcohol llenos de tus ojos negros,
el loco del pueblo,
mendigo de amor y sexo,
cuchillos afilados de miedo,
la mochila suspendida en tus piernas,
detenerme aquí es precipicio seguro,
las dudas se cultivaron en tierra fértil,
comiendo las migajas del pan que cae del suelo,
con ganas de morir como loco,
y al mismo tiempo de vivir sabiamente,
sin fronteras,
sin miedos,
sin esperar nada,
sin desear nada,
un buen viaje conmigo mismo,
la paz interna,
el sueño relajado,
el amor verdadero,
liberarme del magnetismo lujurioso de tus labios,
para limpiar el caos que me rodea,
y para que mi alma vuelva a volar libre como el viento.

Diego Escobar

Se fue

Se fue como el sol al atardecer,
por propia voluntad el amante la dejo morir,
el amante quiso dejar de amarla,
después de una mañana sin sentido al levantarse,
una tarde entera después de haber congelado su mirada,
una noche después de no poder dormir con alcohol en las venas,
se fue la princesa como el agua de un dique roto,
el mato su amor a propósito,
sabía que era una ilusión virginal,
una historia de fantasía,
algo que solo pasaba en su cabeza.

Ella se fue como la ola que regresa al mar,
se fueron los encuentros en la mesa,
los dulces adolescentes,
las noches con velas,
los sueños de película,
los viajes al pacífico,
el café en el cielo....
de todas las espinas está fue su universidad!

La vuelta a la realidad,
a la vida,
hay mucho que hacer,
el retorno al punto original,
significa: la felicidad interna,
la alegría de vivir,
el sentido de la existencia.

Lo sé!
fue una idea estúpida,
pero muy interesante,
el joven amante se quedó como todas las clases que ha recibido,
con un millón de dudas en la cabeza,
quizá también con una tenue luz de esperanza por volver a ver.

En su interior sabe que es mejor ir a dormir temprano,
alejarse del tumulto,
del bullicio banal,
retirarse cual sabio a los libros,
olvidarse de su rostro divino,
y escribir como ritual shamanico,
para espantar a los fantasmas de su cabeza,
y arrancarla para siempre de sus letras,
de sus ojos y de su futuro,
ella ya se fue,
ya no está,
esa fue la voluntad del joven amante,
dejar de destruir su espíritu libertario,
y amarse a sí mismo como premisa para seguir viviendo.

Diego Escobar
07/01/2016