Los espejos de la casa abandonada



Por Diego Escobar

Dedicado a quién mintió en su diario, no es verdad que por dentro tienen corazón quienes dicen que aman.

Difícil darle un sentido a mi vida sin tus besos inyectándome veneno por dentro, solamente encuentro en tus manos frías, en tu cuerpo de canela, en tu sonrisa de niña buena, en tus caricias celestiales y en tu mirada que me aniquila algún real alivio a las penas que el destino me ha concedido como castigo por andar caminando con el diablo.

Solamente en tus cumbres, en tus cabellos como lianas negras de wuituk tuvo sentido mis días, hoy que la maldad es la canción de fondo, los sueños se disiparon entre la neblina de mi ciudad, si ese instante se hubiera podido detener para lograr un naufragio a ningún lugar sería el hombre más feliz de la tierra, finalmente cuando todo encallo me di cuenta que el amor fue lo que inundó  y hundió mi canoa.

Me levante hoy en la mañana intentando disimular mis heridas pero la sangre se derramaba por todos los poros de mi fe, la cabeza agujereada por dardos que me saben a ti, los ojos saltones de tanto encontrarte entre mis sueños de carmín, a pesar del dolor inmenso de mi realidad los aplausos de la gente continuaban mientras todos se reían de mí.

Es la primera vez que desnudo frente a todos en el circo expongo mi cadáver, millones de fallas el público va develando según mis tontos movimientos y es la primera vez que alguien más hiere mortalmente mis templos ya profanados, yo que ingenuamente creí en el dueño de los payasos, él me había ofrecido mantener mi obra mágica entre acuarelas que vuela, ahora todos se han ido y mi princesa es una dama con olor a una calle que llovió, yo entiendo que no tengo el don suficiente para endulzar su taza de té ni abrir la ventana del sol para que caliente su nido y así abrir el cascarón corazón para mí para siempre.

Los olores están titilando en mis nervios mientras las horas pasan y es que enterarse que tu amor fue una trampa con espejo ha sido una de las piedras más pesadas de mi viaje, yo entiendo que no logre golpear las puertas de tu corazón, talvez el único pasajero de la nave en la que viajaba lejos fui solo yo, talvez todo este tiempo fui el único tripulante de una nave que vi como un espejismo repleto de ti, las cuerdas de la guitarra suben y bajan recordándome la intensidad con la que viví, ame y también llore, tal vez la vida se trata de eso, de un viaje en la que el único tripulante eres tú, deambulando solo pero repleto de emociones, ternuras que terminan por morir en un vació absoluto, solamente cuando la nave se estrella por la turbulencia de la decepción se logra ver más clara la mañana.

Las aves siguen deteniéndose en los cables de mi ventana para recordarme con su canto que pertenezco a un puente, que soy río y que inevitablemente mis aguas corren junto a mi amada eterna que aunque no me habla inunda todo de gris mi caudal y que vivirá eterna junto a mí.


La casa abandonada en la colina va derrumbándose en cada brisa que llega desde el norte, las tejas llenas de musgos van cubriendo toda la cubierta, mientras los niños y niñas siguen contando en red las mil historias del viejo que habita dentro, su acompañante es un perro runa y su tabaco siempre en la boca, la gente dice que al viejo le sorprendió los años, la vida y su amor, como mensaje de dolor y protección cubrió por fuera un día las paredes de la casa con espejos para que la gente en lugar de criticar e inventar mil historias sobre él cada vez que pasen por su casa se miren así mismos y puedan ver sus fríos defectos propios, le funciono ya nadie habla mal del viejo, ya nadie quiere pasar por los espejos de la casa abandonada del viejo porque todos odian ver sus propios defectos, es más fácil criticar los defectos de otros y allí se quedaron ellos para siempre.

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