Sequía

En los días más soleados, la cárcel se hace más densa, solamente al oler la mañana el futuro se va de las manos, caído, levantado o drogado, las luces son extenuantes mientras la oscuridad se apodera del lugar, este sitio al cual no puedo llamar hogar es una mezcla entre purgatorio, iglesia barroca abandonada y circo romano.

Un bicho sube por el barrote oxidado de mi habitación y se que es la mejor señal de vida que puedo recibir en meses, después de un abandono espacial.

Te recuerdo siempre, especialmente en aquellas noches en las que mi cuerpo se eleva de mi cama, cuando del susto me elevó a colgarme de tus ojos, me lleva a otra dimensión, me levanto lleno de sudor, debajo de mis ojos tu cabellera ya inunda mi piel.

Tu tierno y frágil cuerpo deambula con miedo de que un día tu cerebro pegado en mil pedazos termine quebrándose cual iceberg en verano.

Me parezco tanto a la niebla espesa de esta ciudad, mis deseos por beberte es de la misma dimensión que la sed en tiempos de sequía.


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